AQUÍ CABEMOS TODOS
Por Idoia Santorcuato
Lo dije en mi artículo anterior ¿Huele a humo?... Huele a podrido, cuando apenas habían pasado unos días de la aprobación de la nueva Ley de montes y ardió el cantábrico de punta a punta. Así que ahora me tiro al monte por los bomberos forestales.
Descerebrados y especuladores ya estarán frotándose las manos para darle cerilla a nuestros montes. Para cometer chorrocientos delitos con sus acciones. Destrucción del patrimonio natural de España que cada día está más chamuscada, apropiación de terrenos asesinados premeditadamente para llenarlos de urbanizaciones, resort, parques temáticos y campos de golf.
Escuchamos en los informativos que los montes arden como el que escucha llover y, es precisamente todo lo contrario.
Cuando un bosque arde son muchos los sentidos que hace que te pongas en alerta. El crepitar de las llamas, el grito callado de los árboles sintiéndose arder, la carne quemada de los animales que han sido alcanzados por las gigantescas lenguas de fuego, la furia del viento incontrolado, el calor rojo y abrasador, la oscuridad de la noche rota por el resplandor terrorífico del fuego alcanzando las casas, los gritos, el denso y asfixiante humo, los llantos en medio de la despavorida huida. El miedo.
Cuando los demás huimos los bomberos forestales se adentran en el infierno de una puta Ley de montes pensada, escrita, aprobada y ejecutada por los sicarios del fuego para el enriquecimiento de los buitres carroñeros de los negocios sin escrúpulos.
Si, he dicho bien, bomberos forestales. Pero según algunas comunidades autónomas resulta que ahora somos hijos putativos del sector, ¡tócate la chirla!
¿Por qué me meto en esta ciénaga cuando debería pasar la tarde haciendo magdalenas?
Porque en muchas más comunidades autónomas de lo que se creen mis estimados lectores, los bomberos forestales en el siglo XXI todavía no están reconocidos como tales. No tienen categoría profesional, ni les son reconocidas las enfermedades profesionales, ni mantienen un trabajo estable, a muchos de ellos los tienen currando los meses claves del verano y luego a la puta calle, ¡un despropósito absoluto!
Muchos son contratados como peones forestales ¡pero que coño es esto!. Son profesionales que necesitan de unos conocimientos, un entrenamiento y equipamiento específico, pues se les da y punto pelota, ¡que queremos profesionales hasta para vendernos el canuto del váter!
Ya saben la mala hostia que les canta a los gorilas ¿verdad?, pues eso, que me engorilo con el tema y como siempre con la actitud de los del pantalón con la ralla bien planchada sentados tras las mesas de sus despachos oficiales.
¡Señores entérense!, que los montes se tienen que atender todo el año, que los bomberos no son peones ocasionales, que son bomberos forestales que tienen que trabajar todos los meses del año, porque precisamente cuando no es verano es cuando su labor cobra más importancia.
Que tienen que estar en nuestros montes, que sé que algunos lo están. Pero no están todos los que deben y hay mucho trabajo por hacer.
Que atender un monte no es corren a calzón caído cuando la cosa se pone más negra que el culo de alguno.
Que el trabajo del bombero forestal no sólo es de extinción, sobre todo es de prevención.
El trabajo del bombero forestal abarca desde la vigilancia de nuestros montes durante todo el año, el desbrozado de los mismos, crear mayores accesos para poder atacar cuanto antes un incendio, y como ellos bien dicen, el mejor incendio es aquel que no se produce. En definitiva que aman su trabajo, se parten la espalda y ponen sus vidas en riesgo para mantener a salvo nuestros bosques. Aunque más de un capullo está empeñado en jodernos uno de nuestros mayores tesoros.
Porque sepan ustedes estimados lectores que si los bosques mueren, nosotros morimos con ellos, que con un monte quemado la calidad del aire es infinitamente peor, que la calidad de nuestra agua empeora y que donde había vida ahora solamente hay devastación y muerte.
Por la mano de sicarios del fuego con cada incendio estamos muriendo poco a poco y ¿qué queremos hacer?, queremos ir a Marte ¡Jesús del gran Porder!, como chotas, estamos como chotas. Cuidemos este paraíso terrenal que tenemos y dejemos la nave nodriza en el parking.
La administración pública esta muy mal acostumbrada, cada año se empeña en gastar chorrocientos millones de euros en extinción de incendios cuando lo que tendría que hacer es gastar la pasta gansa en la prevención de los mismos. Nos iría mucho mejor a todos. Y a las empresas privadas que quieren meter el morro recordarles que el fuego por mucho que se empeñen no son diamantes, que no es negocio.
Que no queremos una Ley de montes que permite semejante saqueo a la naturaleza.
Queremos nuestros montes y nuestros bosques protegidos por bomberos forestales profesionales, los que de verdad saben lo que se hacen cuando la cosa se pone jodida de verdad y no hay escapatoria.
Para los que no se han enterado, el cuatro de mayo se ha celebrado por primera vez en España el día del bombero forestal ¡ya era hora!
A mis bosques os digo…¡QUIERO VERTE MAÑANA!