Cuando hay tormentas con aparato eléctrico sobre una masa forestal, puede ocurrir que la descarga sobre un árbol no produzca llama en el mismo momento
Sabemos que una de las causas que puede originar un incendio forestal es la caída de un rayo en plena tormenta, pero no siempre el impacto del mismo sobre un árbol conlleva un fuego inminente. Hay ocasiones en que, hasta pasadas bastantes horas o días, el árbol no empieza a quemarse apareciendo lo que se llama el rayo latente. Cuando hay tormentas con aparato eléctrico sobre una masa forestal, puede ocurrir que la descarga de un rayo sobre un árbol no produzca llama en el mismo momento, puesto que hay lluvia y mucha humedad. Ahora bien, otra cosa es lo que en ocasiones puede ocurrir dentro del árbol. La elevadísima temperatura del rayo (puede ser de hasta 30.000 grados centígrados, seis veces la temperatura del Sol), y la falta de oxígeno en el interior del tronco, generan un proceso de lenta pero progresiva combustión.
Estos rayos latentes, dormidos o silenciosos, pueden tardar hasta cuatro días en manifestarse. Lo harán cuando las condiciones atmosféricas hayan cambiado y el ambiente sea más seco y caluroso. Cualquier ranura podrá provocar que el oxígeno exterior empiece a alimentar las brasas internas y desencadene una combustión espontánea y violenta. Si encima hay viento, tenemos los ingredientes perfectos para la catástrofe. Existe la regla de los tres 30 que hace imparable un incendio: 30 grados de temperatura, viento de más de 30 km/h y una humedad ambiental por debajo del 30%. Por último, estos rayos dormidos son difíciles de detectar, ya que si observamos un árbol afectado no da muestras del proceso de combustión interna que está generando.
Artículo de JOVI ESTEVE en EL PAÍS