Una distracción puede salirnos muy cara cuando estamos cocinando. ¿Cuántas veces has puesto la sartén con aceite a calentar y te has ido a hacer otras cosas? Bien porque te han llamado por teléfono o porque has decidido terminar una pequeña tarea que se te había quedado pendiente. Y la sorpresa, al llegar a la cocina, es que la sartén está ardiendo.
En estos casos, resultan muy útiles los detectores de incendios. Si no tenemos alguno instalado en casa, nos acordaremos de que dejamos la sartén al fuego por el olor. El problema es que este descuido puede ser el inicio de un incendio.
Si la sartén arde:
Nunca eches agua para apagar el fuego. Conseguirás el efecto contrario
Coge un paño: mójalo bajo el grifo y escúrrelo bien. (Puedes usar la tapa de la sartén).
Protégete: coge el paño y, protegiéndote los antebrazos, échalo sobre la sartén ardiendo.
Desconecta: aparta la sartén del fuego y desconecta la cocina, ya sea de luz o gas y esperamos que se enfríe completamente. El aceite puede estar tan caliente que si retiramos el paño antes de tiempo, aportaremos aire y se auto-inflamará de nuevo.
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